QUE CAIGA AGUA DEL CIELO.
Hoy es un día de tantos.
De nuevo caminare varios kilómetros
andaré un largo camino,
con mis pequeños pasos, para calmar mí sed.
Admiro la fuerza de mi medre, que carga
en sus hombros Valdés llenos de agua,
que calmaran la sed de pequeñas bocas.
Yo siendo un niño me fortalezco
como ella, y cargo ese liquido bendito.
¡Díganme!
Por qué, si la naturaleza me regala el agua
¿Los poderosos se adueñan y me muero de sed?
Los gigantes la atrapan,
para que no corra con libertad…
Esos monstruos, con sus enormes bocas tragan
el agua.
La tierra la erosionan.
Ni todas la lagrimas de nosotros
los niños, reverdecerán los campos.
En el aire se han evaporado
millones de almas pequeñas por que
No pudieron calmar su sed.
¡Que caiga agua del cielo!
Que toda la niñez del mundo
naden en ríos limpios y cristalinos
que no me enferme y me mate
cuando la beba.
Todos los seres vivos tenemos derecho
ha saciar nuestra sed.
Mis raíces de niño son cortas
y se arrancan fácilmente, cuando se secan.
Gritemos todos los niños del mundo.
¡Dejen correr el agua!
por nuestras venas
Tenemos derecho al agua.
¡Viva la vida!
QUE CAIGA Y CORRA AGUA SOBRE TODA LA TIERRA.
Carmen Peralta Velázquez
México.